Digitalización y agricultura: cambiar de mentalidad para evolucionar
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Digitalización y agricultura: cambiar de mentalidad para evolucionar

La llegada de las nuevas tecnologías a la agricultura posibilita una digitalización del campo y da respuesta a los retos que el sector primario tiene actualmente. Herramientas como drones o aplicaciones digitales adquieren un papel diferencial.

Como en cualquier otro sector, la evolución de la agricultura está profundamente ligada al avance en la tecnología. Del mismo modo que la invención del tractor revolucionó la forma de trabajar en su momento, ahora es posible hablar del uso de drones o de sistemas de riego inteligentes en el sector como algunos impulsores del cambio. En consecuencia, hoy en día, hablar de avances en agricultura implica hacerlo en términos de transformación digital.

Las nuevas tecnologías no sólo sirven para mejorar factores como la sostenibilidad o la productividad, sino que, a nivel institucional, su aplicación y existencia son también necesarias para cumplir con los objetivos de la Política Agraria Común (PAC). De hecho, la PAC post-2020, además, centra su atención especialmente en el binomio alimentación-emergencia climática, pero el denominador común es la digitalización.

De cara al desarrollo sostenible, las políticas agrarias deben promover la actualización digital del campo, democratizarla, desde la agricultura extensiva hasta el pequeño mundo rural. El avance de la innovación en la agricultura de precisión tiene, por tanto, dos retos simultáneos, aunque a ritmos diferentes: la urgencia de la sostenibilidad y la obligación de incentivar la digitalización entre los pequeños agricultores, sin perder de vista la necesaria formación y capacitación de los mismos.

La digitalización, no siempre al alcance de todos

La brecha digital que separa a grandes y pequeños productores es una de las principales preocupaciones de la PAC post-2020. Desde luego, la revolución digital, bajo el paraguas de la agricultura 4.0, no puede ser revolución si no alcanza a los pequeños agricultores. Así, en esta línea, se entiende que la Comisión Europea reconozca que la implantación de nuevas tecnologías sobre el terreno, con variaciones según el país, siga aún muy por debajo de las expectativas.

Las posibilidades en el maremágnum de la tecnología agrícola son incontables, pero no siempre están al acceso de todos. Y esto no sólo se explica en términos económicos, sino también de formación. La Comisión alerta de que, para salvar el escollo de la capacitación, los agricultores deben ser capaces de recibir información personalizada y dirigida a sus necesidades. A esto responde precisamente el software de gestión agrícola desarrollado por Corteva, Granular Link, que ofrece a los productores las últimas tendencias en agricultura de precisión de forma sencilla y estructurada para que sea de utilidad tanto a técnicos experimentados en la gestión digital de cultivos como a agricultores que den sus primeros pasos en las nuevas tecnologías.

La plataforma sirve además como punto de encuentro entre agricultores y técnicos de Corteva, que atienden de forma individualizada a las circunstancias de los cultivos para su seguimiento óptimo. A la vez, la aplicación ofrece otras funcionalidades de gran utilidad para los agricultores, como datos concretos sobre necesidades de riesgo o imágenes por satélite de la mayor calidad disponible en el mercado, para realizar posteriormente mapas de aplicación variable que permitan calcular la productividad potencial de las zonas de cultivo.

Por otro lado, mientras la tecnología siga en su cauce hacia el futuro, existen multitud de herramientas y tecnologías que están llamando la atención de los profesionales del campo, como por ejemplo:

  • Robótica agrícola. Pese a sus elevados costes iniciales, su implantación es cada vez más frecuente en la agricultura. Ejemplo de ello son los robots autónomos, que cuentan con sistemas de visión artificial y otros elementos de navegación y que responden con soluciones automatizadas a tareas como la monitorización, la recolección selectiva o la aplicación dirigida y precisa de productos de protección de cultivos.
  • Blockchain. Aplicado a la agricultura, el blockchain puede revestir de transparencia y confianza el ciclo de los productos, desde su procedencia hasta su venta por minoristas. De esta forma, puede ponerse en valor las buenas prácticas de los agricultores y favorecer su replicación, como bien explican desde FAO, al mismo tiempo que se puede evitar el desperdicio en los cultivos.
  • Drones. Los drones llevan años demostrando el valor de su utilización en el campo. No sólo sirven para monitorizar los cultivos, sino que permiten analizar el suelo, detectar plagas y enfermedades o agilizar el proceso de fumigación y de siembra. ATHOS 5G, un proyecto de colaboración público-privada en el que participa Corteva Agriescence, es un buen ejemplo de cómo los drones pueden optimizar los cultivos, en este caso para una mejor aplicación de productos fitosanitarios contra plagas.
  • Gemelos digitales. Son copias exactas de objetos o fenómenos que pueden controlarse y manipularse. Se crean a partir de datos reales para generar simulaciones que ayuden a replicar patrones y, por tanto, a predecir el futuro. Con imágenes obtenidas, por ejemplo, a través de drones, los gemelos digitales son útiles para predecir no sólo las necesidades de los cultivos, sino también su desarrollo y su prevención ante contingencias.

La digitalización ha iniciado un camino de no retorno en la agricultura y la pregunta que debemos hacernos ya no es cuándo deberemos asumirla, sino qué herramientas serán útiles para maximizar mis cultivos y producir más con menos.