Agronomía

El cultivo del maíz y las altas temperaturas

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Durante la campaña actual, hemos tenido y seguimos teniendo olas de calor con temperaturas muy altas en muchas zonas de la Península.

Aunque el maíz sea de origen tropical y esté adaptado a altas temperaturas, está perfectamente documentado que las temperaturas que superan los 30ºC pueden empezar a tener cierto impacto en el potencial productivo de este cultivo. No obstante, ese efecto no es fácil de cuantificar, y no solo depende del valor máximo de temperatura, sino también de la duración y el momento en que se produzca, así como el rango entre temperatura máxima y mínima. Algunas condiciones climáticas puntuales pueden crear daños directos y visibles sobre el cultivo por efecto de las altas temperaturas, pero en otros casos, los síntomas son más sutiles. Sugerimos la lectura del artículo relativo al efecto de las altas temperaturas nocturnas sobre el rendimiento del maíz (Reducción de rendimientos en maíz por altas temperaturas nocturnas).

A partir del estadio de 6 hojas totalmente desplegadas, cualquier tipo de estrés puede tener un impacto sustancial sobre el número de granos potenciales que puede producir una planta. Incluso si el estrés es temporal y la planta se recupera, ya no es posible compensar el número de óvulos disponibles para la polinización.

Durante toda la fase reproductiva, el impacto directo de las temperaturas extremas se asocia a dos tipos de problemas: la desecación de las sedas o la viabilidad del polen emitido, durante la fase de polinización, y la reducción de la fotosíntesis neta, que puede conllevar un incremento en el número de granos abortados.

Aunque es cierto que temperaturas por encima de los 35ºC y en condiciones de baja humedad ambiental, los granos de polen pueden llegar a secarse, la mayor parte del polen se emite a media mañana y por la tarde cuando las temperaturas se van reduciendo, y pocas horas de emisión de polen son suficientes para polinizar la gran mayoría de sedas. Además, no hay que olvidar que la polinización se realiza en varios días, de manera que hay múltiples oportunidades para que el polen viable alcance las sedas.

 En días más suaves o con ambiente nublado, la emisión de polen puede ocurrir durante todo el día.

 Ya en la fase de llenado del grano, el efecto de las temperaturas muy altas puede continuar limitando la fotosíntesis, obligando a movilizar más los azúcares del tallo, provocando su debilitamiento, y reduciendo el peso del grano. De todas formas, la plena disponibilidad de agua en esos estadios puede compensar en gran medida los efectos directos de las altas temperaturas.

En realidad, el estrés por calor va casi siempre asociado a estrés hídrico, y resulta complicado separar el efecto de la temperatura o de la falta de agua en el crecimiento y desarrollo del maíz en cualquiera de sus estadios de crecimiento. Hay cierta unanimidad entre los investigadores en considerar que el principal impacto de las altas temperaturas sobre el cultivo se debe a que estas intensifican la falta de disponibilidad de agua para la planta.

Y en ese sentido, cualquier ventaja competitiva que nos ofrezca un híbrido más adaptado a condiciones de estrés hídrico nos puede minimizar las pérdidas en potencial productivo. De ahí que en los últimos años se hayan desarrollado programas de mejora específicos para identificar aquellos híbridos con mayor estabilidad productiva, tanto en condiciones óptimas, como en condiciones de estrés hídrico (Optimum® AQUAmax® | Corteva Agriscience™)

También hay que tener en cuenta que nos basamos en la temperatura ambiental del aire para caracterizar su efecto sobre la fisiología de la planta de maíz, pero en realidad, la temperatura interior de las células foliares donde se produce la fotosíntesis es inferior a la del aire que les rodea, dado que la evaporación del agua que se transpira a través de las hojas hace un efecto de refrigeración. Y cuanto menor sea la humedad ambiental, mejor capacidad de refrigeración tendrán las hojas. Por lo tanto, es vital que tengamos plena disponibilidad de agua en el suelo para hacer frente a la mayor tasa de transpiración de las plantas, y evitar los primeros síntomas de estrés hídrico. De ahí la importancia de seguir las recomendaciones de riego en base a los valores de evapotranspiración de la zona de cultivo en cuestión.

 

Puntos clave:

  • El estrés por altas temperaturas puede afectar al rendimiento final debido a su efecto sobre la polinización y por la reducción de la fotosíntesis neta, aunque los efectos negativos sobre la polinización son relativamente raros.
  • El mayor impacto de las temperaturas extremas sobre el maíz se debe más a la intensificación del estrés hídrico que al impacto directo del calor por sí mismo.
  • El incremento de temperatura causa un incremento en la tasa de transpiración, creando mayor demanda de agua y potencialmente acelerando la aparición de los síntomas de estrés hídrico.
  • Las plantas responden al estrés hídrico cerrando los estomas, de manera que evitan la pérdida de agua, pero de esa manera también se reduce la capacidad para tomar el CO2 de la atmósfera necesario para la fotosíntesis.
  • El daño causado por el calor extremo se puede mitigar parcialmente ajustando el riego a las mayores necesidades hídricas del cultivo.
  • A medida que se va confirmando una tendencia a tener mayores temperaturas durante las distintas fases de desarrollo del cultivo del maíz, merece especial atención la selección de híbridos adaptados a condiciones de mayor estrés hídrico y el ajuste de los programas de riego en base a las necesidades puntuales.