Blog •  20.01.2023

Particularidades del cultivo de la alfalfa

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Particularidades del cultivo de la alfalfa

Artículo escrito por la periodista agroalimentaria Nina Jareño.

  • La alfalfa es uno de los cultivos greening que puede recibir ayudas de la PAC.
  • La alfalfa es un cultivo muy común en países cálidos. España, primer productor europeo y segundo exportador del mundo –solo por detrás de Estados Unidos–, se ha posicionado como un país productor de extrema calidad. Sin embargo, el cultivo de la alfalfa presenta ciertas particularidades que deben conocerse para conseguir un producto final que garantice la seguridad alimentaria y la rentabilidad a sus productores.

 

La importancia del sector de la alfalfa en España es tan grande que se ha convertido en el primer cultivo forrajero en producción cosechada y el tercero en lo que a superficie se refiere. Se trata de un cultivo de gran valor al ser considerado una fuente natural de fibra, proteínas, minerales y vitaminas que, además, ofrece una gran contribución paisajística y es muy útil como cultivo de conservación de la fauna.

Cultivada principalmente en Aragón, Cataluña y Castilla-León, en España hay, además, alrededor de 74 plantas deshidratadoras. La mayoría de la alfalfa se destina a la alimentación del ganado, que la consume en su mayoría deshidratada pero también en verde, ensilada o henificada. Tal y como señala el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), de entre todas las especies forrajeras cultivadas en España, la alfalfa es la que más importancia superficial, productiva y económica posee.  

Las plantas forrajeras aportaron en 2020, según los últimos datos del Anuario de Estadística del MAPA 2021, alrededor del 0,8% de la Producción Rama Agraria (PRA) y del 1,3% a la Producción Rama Vegetal (PRV) de España. El valor de la producción de alfalfa ascendió a 348,5 millones de euros para 9,6 millones de toneladas de alfalfa fresca. El valor de la forrajera producida en verde fue de 58,7 millones de euros para una producción de 2,15 millones de toneladas.

El cultivo de la alfalfa

La alfalfa ofrece una gran rentabilidad económica si se tienen en cuenta sus particularidades ya que no necesita de una gran inversión. Con una altura de entre 40 y 90 cm, sus tallos son
delgados, erectos y muy consistentes –lo que facilita la siega– y las flores se agrupan en racimos de unos 4 cm de longitud, siendo de color azul-púrpura con pétalos de hasta 1 cm.

De la familia de las leguminosas, existen muchas variedades de alfalfa: algunas dejan de crecer en invierno (proceso comúnmente conocido como parada invernal), otras son más susceptibles a las heladas… Si deseamos mantener la productividad adecuada y asegurar su rentabilidad, escoger la variedad que mejor se adapta al terreno es esencial.

La alfalfa asegura una producción de forraje de 3 a 5 años una vez implantada. Su rendimiento total por hectárea y año oscila entre las 25 y 40 toneladas de forraje. Este cultivo aporta al suelo una cantidad de nitrógeno (N) importante, por lo que, gracias a sus raíces de hasta 5 metros, incrementa el contenido de materia orgánica del suelo. Esto se traduce en un rendimiento suplementario para los próximos cultivos, pues se estima que su aportación fluctúa de 50 a 200 kg N/ha.

En España se trabaja tanto en producción integrada como ecológica. La producción integrada está regulada por el Reglamento Específico de Producción Integrada de Alfalfa en la Orden de 4 de enero de 2006, pero la ecológica no cuenta con una normativa específica, por lo que se regula según el Reglamento (CE) nº889/2008 de la Comisión de 5 de septiembre de 2008 por el que se establecen disposiciones de aplicación del Reglamento (CE) nº 834/2007, del Consejo, sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos.

Cuándo cultivar y factores a considerar

La alfalfa se puede sembrar tanto en primavera como en otoño: en las zonas cálidas y de secano, se realizará en otoño para evitar las heladas; y en zonas frías de secano, en primavera. El principal condicionante para su siembra es la temperatura del suelo, aunque se deben tener en cuenta otros factores edafoclimáticos como el tipo de suelo, la radiación solar, el pH o la salinidad.

Si nos centramos en la temperatura óptima, la germinación de las semillas de alfalfa se sitúa en los 2-3 ºC, mientras que su temperatura de crecimiento va de los 28 a los 30 ºC.

Como con cualquier cultivo, antes de realizar las labores de siembra es necesario conocer las características del terreno: qué contenido de fósforo y potasio tiene, cuáles son sus condiciones de drenaje o qué capacidad de almacenamiento de agua ofrece, entre otros. Con ese conocimiento en mano, y con el terreno bien nivelado, la teoría indica que la siembra de las semillas debe ser de alrededor de 40 o 50 kg/ha a una profundidad de entre 1 y 1,25 cm en terrenos pesados y 2,5 cm en terrenos arenosos o ligeros.

Técnicas de manejo

Como hemos dicho anteriormente, la alfalfa se abastece sola de nitrógeno. Sin embargo, durante las primeras fases de cultivo, especialmente en siembra, se recomienda aplicar de 25 a 30 kg N/ha. Si bien la alfalfa no es especialmente demandante de abonos, sí es recomendable, al inicio, aplicar de 100 a 150 kg de potasio y de 200 a 300 kg/ha de fósforo.

Si bien la alfalfa es un cultivo resistente a la sequía, la falta de agua es un elemento limitante de la producción para casi cualquier producto. Las necesidades hídricas para alcanzar
producciones medias (18.000 kg/ha) son de 6.000 m3/ha, una cantidad que debe conseguirse ya sea con precipitaciones naturales o con riego.

La alfalfa es muy dependiente de las condiciones climatológicas del lugar en el que se esté cultivando, por lo que no crece de forma uniforme durante toda la campaña de producción. Tras ser sembrada, necesita 3 meses hasta poder iniciar la cosecha. Su sistema de recolección se basa en cortes (siega), que deben hacerse cada 28-32 días durante la primavera y el verano y cada 35-45 días en otoño e invierno.

Lo habitual es realizar entre cinco y seis cortes por año, aunque en regadío se pueden alcanzar hasta los 7 cortes. En sistemas de producción integrada, la altura de corte debe ser inferior a 10 cm (lo ideal son 4-7 cm). 24 horas después de la siega, se realiza el volteo e hilerado para que la humedad del producto sea lo más homogénea posible. Tras ello, el presecado en campo será de 48 horas en verano si la alfalfa será deshidratada o de 5 días si será empacada para rama.

En Corteva son conscientes de la importancia del cultivo de la alfalfa, por ellos desde Pioneer han desarrollado una gama de variedades de alfalfa para mejorar la nutrición del ganado, sin dejar de lado el aumento de la productividad.

 

La Firma Invitada

Nina Jareño

Nina Jareño

Periodista Agroalimentaria

CortevaTalks

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