Alfalfa cultivada

Las semillas de la sostenibilidad

20.09.2023
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Artículo escrito por Urko del Campo, periodista agroalimentario

  • Los cultivos proteicos forrajeros favorecen la fertilidad del suelo y se presentan como una solución sostenible y respetuosa para la agricultura.
  • Además, las nuevas directrices de la Política Agraria Común 2023 – 2027 representan una oportunidad para la siembra de los cultivos proteicos forrajeros, ya que cuentan con apoyo económico tanto a través de los Eco - Regímenes como de las ayudas asociadas.

En la búsqueda constante de soluciones sostenibles y respetuosas con el medio ambiente en la agricultura, los cultivos proteicos forrajeros se presentan como una opción prometedora. Sus semillas no solo son una fuente rica en proteínas, sino que también desempeñan un papel fundamental en la fertilidad del suelo. Cultivos como la alfalfa, la soja o el trébol destacan por su capacidad para fijar nitrógeno atmosférico a través de la simbiosis con los rizobios. Estas bacterias diazótrofas requieren de una planta hospedante para llevar a cabo esa labor de fijación y su capacidad, gracias a la simbiosis, es de entre 2 y 3 veces mayor que la de sus homólogas en vida libre. Hete aquí la importancia de estos cultivos.

La fijación de nitrógeno es esencial para el crecimiento saludable de las plantas, ya que el nitrógeno es un nutriente clave para su desarrollo. Además, este proceso contribuye notablemente a la regeneración del suelo, al aumentar la cantidad de materia orgánica en el mismo, que a su vez mejora su estructura. De esta forma, se produce un ciclo virtuoso en el que, con la materia orgánica como agente de enlace, el terreno aumenta su capacidad para retener nutrientes y agua y, en consecuencia, favorece el desarrollo de sistemas de raíces saludables y previene la erosión.

En 2021, la revista Soil Biology and Biochemistry publicó un estudio de Xiaomin Ma y su equipo, en el que se examinaron los efectos de los cultivos proteicos forrajeros en la calidad del suelo. Los resultados revelaron que la presencia de estos cultivos aumentaba la materia orgánica del terreno, así como la actividad microbiana. Esta actividad dio como resultado mejores indicadores de fertilidad en el suelo y una mayor capacidad de regeneración. Los cultivos plurianuales fijan entre 110 y 225 kg/ha/año, aunque en condiciones subóptimas u óptimas pueden fijar por debajo o por encima de este intervalo, respectivamente.

Recolección de alfalfa
Recolección de alfalfa

El Rhizobium, un aliado de los cultivos proteicos forrajeros para la fijación de nitrógeno

Por lo general, la reserva de nitrógeno en la atmósfera como N2 es del 78%. Sin embargo, las plantas solo lo absorben de la tierra en forma de amonio y/o nitratos, una situación que obliga a los agricultores a utilizar fertilizantes químicos para mantener los rendimientos de los cultivos. Sin embargo, la simbiosis de algunas plantas con bacterias como el Rhizobium facilitan la incorporación de este nitrógeno de la atmósfera al suelo y lo convierten en aprovechable. Los factores que más afectan en este proceso tienen que ver con la concentración de nutrientes en el suelo, la actividad fotosintética, el clima y en general el manejo del cultivo.

La fijación máxima de nitrógeno se produce cuando el terreno apenas contiene cantidades de este elemento y, mejor aún, si el suelo es básico, es decir, rico en calcio. Sin embargo, en los primeros estadios de crecimiento, mientras nodula el Rhizobium, y en primavera, cuando la planta demanda para su crecimiento más nitrógeno de la que es capaz de fijar, es posible que sean necesarios aportes suplementarios.

Varios estudios estiman que 175 millones de toneladas de nitrógeno se fijan biológicamente al suelo al año. Según los cálculos de Burity, Furis y Culman, alrededor del 70% de ese nitrógeno va a la tierra, un proceso del que la simbiosis entre organismos como el Rhizobium y las plantas son responsables de alrededor del 50%, tal y como demuestran las estimaciones de Carrera y Sánchez Yáñez. Estos son algunos de los cultivos proteicos forrajeros que mejor funcionan en esta labor de fijación con su simbiosis con diversas bacterias:

Cultivo

Fij. de N (kg/ha)

Observaciones

Alfalfa

200 - 250

La más producida en España, sobre todo en regadíos

Crotalaria

150 - 200

Deja mucho N residual para el cultivo siguiente

Esparceta

100 - 200

Se cultiva en zonas de secano frescas

Soja

80 - 90

Muy producida en monocultivo, sobre todo en países latinoamericanos. También se mezcla con el raigrás.

Trébol

100 - 150

Es un cultivo que se adapta con facilidad a cualquier clima o terreno. También se mezcla con el raigrás.

Veza / Alverja

100 - 120

Segundo cultivo más producido en España. También se utiliza como parte de las mezclas con el raigrás.

Veza Vellosa

150 - 200

Requiere de suelos fértiles, consistentes, profundos y frescos, con elevado poder de retención de agua.

Zulla

100 - 150

Cultivada en las zonas más áridas de la península

Fuente: elaboración propia a partir de los datos de varios estudios.

Además, las nuevas directrices de la Política Agraria Común 2023 – 2027 representan una oportunidad para la siembra de los cultivos proteicos forrajeros, ya que cuentan con apoyo económico tanto a través de los Eco - Regímenes como de las ayudas asociadas. Todos los cultivos descritos en la tabla anterior, así como las mezclas en las que el cultivo fijador de nitrógeno sea predominante, están incluidos en la lista de variedades que se pueden acoger a estos programas, gracias a los beneficios que tienen para el clima y el medio ambiente. De esta forma las superficies sembradas con este tipo de cultivos serán imprescindibles, en los próximos años, para acogerse al Eco-régimen de rotación con especies mejorantes.

Tanto el Real Decreto 1049/2022, de 27 de diciembre, por el que se establecen las normas para la aplicación de la condicionalidad reforzada y de la condicionalidad social, como el Real Decreto 1048/2022, de 27 de diciembre, sobre la aplicación, a partir de 2023, de las intervenciones en forma de pagos directos, contienen todos los detalles al respecto.

Una alternativa natural a la escasez de fertilizantes químicos nitrogenados

En julio de 1999, el investigador canadiense Vaclav Smil publicó el artículo ‘Detonator of the population explosion’ en la revista Nature, en el que defendía que dos quintas partes de la humanidad (más de tres mil millones de personas en aquella época) estaban vivas gracias a los fertilizantes nitrogenados. Estos compuestos, principal impulsor de la Revolución Verde agrícola en la década de los 60’, sufren una escasez mundial debido a varios factores. Además, los sancionados Rusia y Bielorrusia, exportadores de casi el 20% de los fertilizantes nitrogenados y del 40% del potasio mundial respectivamente, han elevado los precios entre un 100% y un 180% desde el inicio de la guerra. Esta situación, unida al aumento de restricciones en el uso de fertilizantes químicos, obliga al sector agrario a buscar alternativas que les permitan continuar con su trabajo.

En este sentido, los cultivos proteicos forrajeros cumplen un papel fundamental en la reducción de las necesidades de fertilizantes químicos nitrogenados, cuyo uso excesivo puede tener impactos negativos en el medio ambiente. La contaminación de las aguas subterráneas es uno de los efectos que más preocupan a la Unión Europea (UE), tal y como reflejan las Directivas 91/676/CEE y 2000/60/CE (más conocida como Directiva Marco del Agua) del Parlamento Europeo y del Consejo. A la UE también le preocupan las emisiones de gases de efecto invernadero, como el óxido nitroso, que también son liberados a la atmósfera por estos compuestos. Por ello, la apuesta por este tipo de cultivos ayudará a reducir la huella de carbono del sector agrícola en general.

Pero no sólo en Europa está ganando importancia la adopción de estas semillas. Por todo el mundo, las legislaciones agrarias y las prácticas de los profesionales del sector buscan avanzar hacia métodos y estructuras más sostenibles. Según datos de la FAO de 2021, se estima que más de 100 millones de hectáreas de tierras agrícolas se dedican los cultivos proteicos forrajeros. Países como Canadá, Estados Unidos, India, China, Japón o Australia están promoviendo activamente sistemas de rotación con este tipo de cultivos. Están dispuestos a mejorar la calidad del suelo, a reducir la dependencia de los fertilizantes químicos y a aminorar la huella de carbono de un sector económico que es estratégico para la supervivencia humana.

Conoce más sobre los principales cultivos proteicos forrajeros como  la alfalfa  y  la soja, así como las soluciones complementarias para un manejo eficiente del nitrógeno a través de BioEfiCiencia.

La Firma Invitada

Urko del CampoUrko del Campo

Periodista Agroalimentario

CortevaTalks

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